miércoles, 17 de abril de 2013

UN GRINGO MACANUDO, CHE








































Escribe: Juan Carlos Serqueiros

"I think any city with the same population of Buenos Aires also boast lovely women alike." (Thomas George Love)

"If then we were asked what should be done with a free press, we would answer: leave her alone..." (Thomas George Love)

"Our solemn asseveration that, under the administration of Governor Rosas, never has edition in any part of the world, been more unshackled than we have been..." (Thomas George Love)

Thomas George Love fue un inglés a quien el azar de la vida trajo a nuestro país, tierra esta a la que aprendió a querer y en la cual se afincó.
Nacido en Londres en 1792, llegó a Buenos Aires en 1820 para dedicarse al comercio. La ciudad lo cautivó al extremo de embelesarlo, a punto tal; que se lo considera el autor de un libro editado en Londres en 1825 bajo el pseudónimo An Englishman (Un inglés) y titulado: A Five Years' Residence in Buenos Ayres, during the years 1820 to 1825, publicado aquí como Cinco años en Buenos Aires, 1820-1825.



Se trata de un librito que se compone de 8 capítulos, muy entretenido e interesante en tanto refleja una mirada no contaminada por nuestras disensiones intestinas ni causada por ningún móvil espurio, de un extranjero sobre Buenos Aires, su arquitectura, economía, cultura, usos y costumbres, paseos, diversiones y entretenimientos, política, legislación, comercio, la belleza de sus mujeres, etc. Ha sido recientemente reeditado en Argentina, de modo que es de muy fácil consecución. Si bien no hay documentación que respalde más allá de toda duda la aseveración de que la autoría es de Love; mucho menos la hay para refutarla. Paul Groussac y Rafael Alberto Arrieta entre otros, afirman que le pertenece a Love; como así también la tradición transmitida oralmente de generación en generación entre la colectividad inglesa en Buenos Aires, el estilo literario se corresponde con el que empleaba Love, y en el libro se consigna inequívocamente: "Cuando yo desembarqué, en octubre de 1820", lo cual concuerda con el mes y año en que llegó Love a Buenos Aires. Es decir, camina como pato, tiene plumas y hace cua cua, ergo; es un pato. Todo indica que An Englishman era Thomas George Love, y a menos que aparezcan nuevos elementos que lleven a inferir que no sea así; puede darse por agotado el tema.
Love no podía apellidarse de otro modo: romántico y enamoradizo, moría por las mujeres. Tanto le gustaban y tanto las amaba, a todas, que para no pertenecer a ninguna; permaneció irreductiblemente soltero. Si por una elemental cuestión étnica no puede catalogárselo como un latin lover; sí puede decirse sin dudas que fue un british lover. Seductor nato, el hombre siempre andaba a la conquista de algún corazón femenino. Literalmente, las porteñas al gringo, lo daban vuelta.
Cité precedentemente que se dedicaba al comercio, y en efecto, así fue. Pero no se trataba lo suyo de una casa, una firma, un establecimiento que giraba bajo tal o cual razón social; sino que fue más bien una especie de director general del consorcio conformado en los hechos por el grupo de los comerciantes ingleses. Hoy lo definiríamos como alguien que era el CEO, el que ejercía el management, digamos.
Filántropo y deportista entusiasta, su natural bonhomía, la simpatía que emanaba de su persona, la proverbial honradez con la que invariablemente procedía, la vasta cultura que poseía y la confianza que inspiraba; llevaron a que desde el puesto clave de secretario de la British Commercial Rooms (Sala del Comercio Británico) que detentaba, se convirtiera en una personalidad relevante en la sociedad porteña.
Parece haber sido un buen administrador de intereses ajenos y un eficaz generador de beneficios para terceros; a la vez que un mediocre tutor y procurador de los fondos suyos, según se desprende de las constantes tribulaciones financieras que hubo de pasar. Digamos, un más que eficaz gerente del comercio de otros; pero no muy hábil a la hora de ejercerlo por cuenta e interés propios.
En 1826, Love fundó un periódico semanal en idioma inglés, que a la postre resultaría el emprendimiento por el cual sería recordado por la posteridad: el British Packet and Argentine News (Paquete Británico y Noticias Argentinas), que salía los sábados y que estaba dirigido a la colectividad británica, con noticias locales e internacionales y por supuesto; toda la información atinente al comercio.
Al principio, el British Packet no incluía artículos vinculados con la política local (posiblemente porque si bien era Love quien lo había creado y quien escribía en él y lo dirigía; el periódico era propiedad de la Sala Comercial y ésta debe de haber querido -con buen criterio- abstenerse de expresar opinión editorial al respecto); pero a fines de 1828 (ya era Love el propietario) al producirse el golpe de Lavalle del 1 de diciembre de 1828, que derrocó a Dorrego; el British Packet (y la prensa en general, y la población, y...) debió soportar una más que difícil situación, ya que hasta fue cerrado y no poco debe de haber tenido que ver con ello el pormenorizado detalle de los funerales de Dorrego que hizo el periódico en su edición del 26 de diciembre, y que obviamente, tiene que haber exasperado al autor material del magnicidio y también a los instigadores del mismo, es decir: Lavalle, Varela, del Carril, etc. -justamente, por esos días, del Carril escribió, refiriéndose a los honores fúnebres, en carta a Lavalle: "(...) mucha gentuza a las honras de Dorrego (...)"-. Así las cosas, no es de extrañar que a partir de todo eso, surgiera un Love enrolado decididamente entre quienes propugnaban la ascensión al gobierno del único hombre que se mostraba capaz de garantizar el orden: Juan Manuel de Rosas.
Se ha afirmado que Love no figuraba como editor responsable del British Packet debido a que se negó a sacar carta de ciudadanía argentina, prefiriendo en cambio; recurrir a terceros que se prestaran a aparecer en ese carácter. No deja de ser cierto, pero así expresado, sin el imprescindible agregado del contexto; resulta ser esa una verdad a medias. Veamos:
El 1 de febrero de 1832, Rosas emitió un decreto por medio del cual se establecían ciertas limitaciones y restricciones a la libertad de imprenta, como por ejemplo la obligatoriedad de consignar en la publicación el nombre y apellido del editor responsable de la misma, y la de asumir éste, en caso de ser extranjero, la ciudadanía argentina renunciando a la nacionalidad de origen. Los historiadores antirrosistas, con su habitual costumbre de medir con distinta vara, lo atribuyen a la condición de "tirano" de Rosas. Absolutamente inexacto. El decreto estaba motivado en: a) lo estipulado en el artículo 6 del Pacto Federal; b) los excesos intolerables en que había incurrido la prensa durante el período iniciado en el golpe de Lavalle del 1 de diciembre de 1828; y c) el espionaje extranjero; y así tal cual lo expresaba Rosas en carta a Quiroga del 28 del mismo mes y año:

(...) He tirado en estos días un decreto sobre uso de la libertad de imprenta. Me ha movido a hacerlo la necesidad de dar cumplimiento exacto al artículo 6° del tratado de los Gobiernos; también el deber de cruzar los manejos de los Unitarios Decembristas; asimismo la conveniencia de contener la influencia de los extranjeros al menos en una gran parte. Además ya que no puedan al todo desarmarse las logias secretas, el decreto no podrá menos que dar el resultado de debilitarlas; así como nos pone en guarda contra los espías y revolucionarios enviados ocultamente a los pueblos de América, no sólo por los españoles, sino también por los que no lo son (...). (sic)

Siendo como era, fervoroso rosista, Love  no estaba ni remotamente comprendido (ni tampoco el British Packet) en los propósitos que perseguía el decreto, pero observador puntilloso de la ley, se atuvo a la misma, y conociendo perfectamente que un pedido de excepción de su parte colocaría al Restaurador en el incómodo deber de tener que denegárselo; se abstuvo cuidadosamente de gestionarlo. Pero no fue por eso que Love no se hizo argentino, que no renegó de su ciudadanía inglesa; sino simplemente porque a esa nacionalidad pertenecía y así quiso mantenerse. Nació inglés y murió como tal porque amaba a su país y no quiso para sí la hipocresía de aparentar un sentimiento patriótico hacia nuestra nación que no sentía. Love se consideraba un buen amigo de la Argentina, y en efecto lo fue. Y con eso le bastó para demostrar en lo tangible, un apego a esta tierra y su gente que inclusive superó y con creces, al de muchos de los nacidos en ella.
El British Packet fue un periódico netamente rosista, pero más allá de ello; fue resueltamente pro argentino y se mostró invariablemente como un firme defensor de los derechos de nuestro país frente a la agresión de Francia con su bloqueo, y fue aún más allá: en el conflicto con la entente anglofrancesa, Love, aún siendo inglés; deploró y criticó acerbamente la errónea política de su país y puso de manifiesto desde el British lo injusto del ataque de su propia nación hacia la nuestra. Y entiendo menester destacar que su periódico no recibía por parte del gobierno de Rosas subvención alguna, ni figuró nunca en la lista de "fondos de reptiles" que el Restaurador destinaba a sobornar periodistas extranjeros para que apoyasen a la Confederación Argentina en la cuestión con Inglaterra y Francia. Y no sólo eso, sino que además; Love rechazó el ofrecimiento oficial que se le hizo de adquirirle una cantidad extraordinaria de ejemplares del British sosteniendo la postura argentina, para enviarla al exterior. Y es que el gringo don Jorge (así se refería a él afectuosamente Rosas, que le profesaba gran estima y consideración), en tanto auténtico y verdadero gentleman; hacía un culto de la estricta observancia del fair play.
Su apoyo a la causa de la Confederación Argentina habría de costarle caro a Love. Los ataques contra su periódico y hasta contra su persona que desde Montevideo se le hacían a través de la prensa que respondía a los intereses del gobierno intruso del pardejón Rivera y los unitarios argentinos emigrados, alentada y solventada por la firma comercial Lafone & Cía. a la que se le habían cedido los derechos aduaneros del puerto oriental, serían feroces y harían no poca mellla en su ánimo y en su físico. Su espíritu romántico e idealista no pudo soportar el tremendo impacto de la maledicencia y el agravio: súbitamente enfermó de gravedad, muriendo el 28 de noviembre de 1845. Fue sepultado el 30, en el cementerio protestante de la calle de la Victoria (la actual Hipólito Yrigoyen). 
Debe de haber en la perinola del destino una cara "todos pierden"; porque ese 28 de noviembre la sociedad porteña perdió a uno de sus más conspicuos integrantes, el gobierno de Rosas perdió a un firme sostenedor, la Confederación Argentina perdió a un buen amigo del país y la Humanidad perdió a una buena persona.
Vaya uno a saber en qué dimensión estará flotando el alma del gringo Love, pero tengo para mí que en la que fuere; de seguro andará su alta y desgarbada figura por la Alameda, galanteando a alguna bella porteña de esas que hacían latir más fuerte su enamoradizo corazón. Amén.

-Juan Carlos Serqueiros-
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REFERENCIAS

AGN. Archivo Rosas.
BN. Publicaciones periódicas. The British Packet.
Montes-Bradely II, Saul M. Dissident Cemeteries in Buenos Aires vol. II (1821-1855). Thomas Osgood Bradley Foundation, Virginia, 2012.
"Un inglés" (pseudónimo atribuido a Thomas George Love). Cinco años en Buenos Aires. 1820-1825. Hyspamérica, Buenos Aires, 1986.

domingo, 7 de abril de 2013

EL MUSEO HISTÓRICO NACIONAL Y LA POLITIQUERÍA ELECTORALISTA




















Escribe: Juan Carlos Serqueiros

Recientemente, en el seno del gobierno central se ha resuelto desplazar a José Antonio Pérez Gollán de la dirección del Museo Histórico Nacional (dependiente de la Secretaría de Cultura de la Nación); reemplazándolo por Araceli Bellotta.
La medida ha generado una polémica que (lástima) se ha visto circunscripta al ámbito de lo histo-arqueo-antropológico, sin ganar la calle, sin extenderse a la ciudadanía, poniendo de manifiesto una vez más que a los argentinos nos impulsan a persistir en recorrer la senda de lo urgente; negándonos obstinadamente la posibilidad de que optemos por transitar la de lo importante.
Y no se trata de un cambio menor ni tampoco se trata de plantear un Pérez Gollán vs. Bellotta (en el cual, dicho sea de paso, en lo atinente a formación, es innegable que el primero, en tanto arqueólogo y doctor en Historia, se situaría -siendo mesurados- más o menos una treintena de escalones por encima de la segunda).
Pero no es ese el punto, y después de todo, tampoco hay que soslayar que fue durante la gestión de Pérez Gollán que en 2007 robaron de una de las vitrinas del Museo el reloj del general Belgrano. Y si bien es cierto que no fue "culpa" de Pérez Gollán; no es menos cierto que el hecho se enmarcaba en el ámbito de las responsabilidades inherentes al cargo que desempeñaba. Asimismo, las quejas de Pérez Gollán en relación a las carencias presupuestarias que según él debió sufrir, resultan hoy, toda vez que ya está desplazado, improcedentes e impregnadas de un tenaz e indisimulable tufillo a inquina y resentimiento personales, el que si bien resulta lógico y entendible; no por ello basta para disimular lo extemporáneo del reclamo. Dicho sea en criollo: tarde piaste, pajarito, ¿por qué no diste un portazo y anunciaste antes lo que pasaba; no ahora?
Por su parte, la Bellotta, periodista y escritora, vicepresidente del instituto pseudo revisionista Dorrego, en el cual era ladera del inefable Pacho O'Donnell, llega al Museo Histórico Nacional con el definido propósito de integrarlo como "herramienta" al proceso de creación de una nueva "historia oficial", procurando hacerla coincidir, amañando el relato, con postulados presuntamente gratos al gobierno.
De lo que se trata en definitiva y más allá de nombres, es de criterios antagónicos. Por un lado, el tendiente a un museo que exponga el proceso que desemboca en lo que en verdad somos los argentinos, esto es, la resultante de un curso histórico que muy lejos de ser lineal; sigue un complejo entramado. Y por otro, un remake de la vieja estrategia de falsear el pasado de modo de ajustarlo en un alineamiento caprichoso a lo que se propugna para el presente, que es, ni más ni menos lo mismo que habían hecho con la anterior "historia oficial" los mitro-lopiztas y sus viudas nucleadas en la academia apuntalada desde el diario La Nación.
Aquella primaria versión de la "historia oficial" ya estaba irremisiblemente condenada al descenso como corolario de las sucesivas goleadas que al arco defendido por Bartolomé Mitre, Vicente Fidel López, Ricardo Levene y José Luis Romero entre otras etcéteras; le propinó el revisionismo con la magia de cracks tales como Adolfo Saldías, Julio y Rodolfo Irazusta, Ernesto Palacio, Vicente Sierra y José María Rosa, entre otros. No obstante, se intenta (una vez más y van...) reiterar la "batalla"; sólo que esta vez, berretizada y de vuelo cortito como el de los caranchos, porque claro; ahora los "jugadores" tienen la "calidad" de "rutilantes estrellas" tales como Luis Alberto Romero, Hilda Sábato y Beatriz Sarlo en un equipo; y de Pacho O'Donnell, Hugo Chumbita y Hernán Brienza en el de enfrente. Y precisamente, de este último "semillero" salió la "suplente" Araceli Bellotta, que hicieron ingresar por el "titular" Pérez Gollán, que entre paréntesis, se negó a "ir al banco" (y para mí, lo bien que hizo).
Lo lamentable es que en este "partido", los que perdemos somos todos los argentinos; porque la tan anhelada síntesis histórica, una vez más (y van...) deberá esperar mejores tiempos; hasta que venga algún crioyo en esta tierra a mandar.


-Juan Carlos Serqueiros-

martes, 2 de abril de 2013

EL MAPA DE PIRI REIS Y EL REINO DE LA FANTASÍA










































Escribe: Juan Carlos Serqueiros

Este mapa ha sido dibujado por Piri Ibn Ají Mehmed, conocido como el sobrino de Kemal Reis, en Gelibolu, en el mes de muharrem del año 919. En este siglo no hay un mapa como éste en posesión de nadie. (Piri Reis)

El hecho de que tengamos en este nuestro bendito país superproducción de chantapufis, no necesariamente implica que estos sean un invento argentino. Y ni siquiera significa que sean patrimonio exclusivo (y para nada enorgullecedor) de nuestra fauna local.
En efecto, los pignas, lanatas, o'donnells, terragnos, chumbitas, brienzas, feinmanns, romeros y demás especímenes de similar laya, si bien autóctonos (por desgracia); son meros chantas de cabotaje digamos, simples émulos de los chantas con vuelo internacional estilo Charles Berlitz o Erich von Däniken. Y son tan diferentes en cuanto a envergadura los primeros de los segundos, como nuestro vernáculo yacaré de un cocodrilo del Ganges o del Nilo. Y ¿cómo se mide esa envergadura? Muy sencillo: por la cantidad de libros y videos que venden, la cual es directamente proporcional al número de crédulos (¿giles?) que embaucan. Los chantas que supimos conseguir por estas tierras, se dedican a depredar nuestra historia argentina; mientras que los chantas con vuelo internacional, actúan en un coto de caza mucho más amplio: la historia universal.
Berlitz, von Däniken y una larga lista de etcéteras esparcidos por todo el orbe -Dios los cría y editoriales pseudo científicas (además de Discovery Channel, Nat Geo y The History Channel) los amontonan- se dedicaron (muy lucrativamente para ellos, por cierto, y con empeño digno de mejor causa) a meterle en la marota a la gente el supuesto origen extraterrestre y/o debido a pretéritas civilizaciones perdidas que habrían sido mucho más avanzadas que la nuestra (eso, aceptando que a la nuestra pueda llamársela "civilización" y reputarla de "avanzada", lo cual para mí; teniendo en cuenta que siguen proliferando el hambre, la miseria, las pestes y las guerras es, por lo menos, discutible) de las Pirámides de Gizeh, de las Líneas de Nazca, de la Atlántida (si es que en verdad existió y no se trató sólo de una metáfora del bueno de Platón), de un imaginario Triángulo de las Bermudas, y hasta de las agujas de tejer al crochet de mi abuelita Angela...
Así, le atribuyen al archifamoso mapa de Piri Reis la inclusión nada menos que de la cordillera de los Andes y la Antártida como era antes de ser cubierta por los hielos; en función de lo cual sostienen (en un divague que llega al paroxismo) que necesariamente debió ser trazado desde el aire, y como en el siglo XVI no había aviones; entonces la obvia inferencia sería que el mapa es obra de alienígenas que lo hicieron desde una nave espacial, o bien gentes de una desarrolladísima cultura hoy perdida que habría florecido hace aproximadamente entre 10.000 y 12.000 años y que tenía la capacidad de desplazarse por el espacio aéreo.
A ver, dejemos Chantalandia, en el delirante Reino de la Fantasía, bajemos mejor a nuestra vieja y sacudida Tierra y examinemos el asunto; o "veámoslo un poco con tus ojos" (Solari dixit):
Piri Reis -en realidad, el hombre se llamó a sí mismo como Piri, hijo de Mehmed (algunos historiadores turcos afirman que se llamaba Muhiddin Piri y otros Ahmet, hijo de Hajji Mehmed), y Re'is significa Almirante; con lo cual escribir Piri Reis equivale a escribir Almirante Piri- fue un marino, militar, historiador, geógrafo y cartógrafo turco que nació en Gelibolu (Galípoli) entre 1465 y 1470, y murió en El Cairo en 1553. Durante muchos años navegó con su tío Kemal Piri como pirata por el Mediterráneo y después, incorporado oficialmente a la armada otomana, participó en las campañas navales turcas a Córcega, Sicilia, Cerdeña, Francia, Venecia (a cuya finalización fue nombrado almirante)  y Egipto. En 1513 produjo lo que cuatro siglos y medio más tarde lo volvería tan célebre como lo había sido en su propio tiempo: el mapamundi que hoy conocemos como mapa de Piri Reis. En 1521 terminó de escribir su notabilísimo libro Kitab-i-Bahriye (Sobre la Navegación), un atlas en el cual condensaba toda la información histórica y geográfica disponible en la época para la navegación, y consignaba tanto los conocimientos que había adquirido él mismo, como los descubrimientos y adelantos de los españoles y portugueses en la materia; el cual presentó solemnemente al por entonces nuevo califa del Imperio Otomano, Süleyman I (al que los occidentales conocemos como Solimán el Magnífico). Kitab-i-Bahriye está dividido en 230 capítulos, 21 de los cuales están escritos en verso; y los otros 209 en prosa.
Trasladémonos al siglo XX. A fines de 1929, Halil Edhem, director de Museos de Turquía, descubrió en el palacio Topkapi, que era la antigua residencia de los emperadores otomanos y que en ese tiempo se había transformado en museo; el mapamundi que Piri había confeccionado en 1513; o dicho más apropiadamente, un fragmento del mismo de 90 x 65 cm; el resto se había perdido en la noche de los tiempos. La parte que se había hallado contenía la representación de la Península Ibérica, la porción occidental del Africa, el Caribe y el oriente de Suramérica.
El mapa de Piri Reis es en sí mismo y más allá de sus merecimientos (innegables) y de la exactitud geográfica e histórica (que sin duda, calificaríamos de escasa hoy por hoy; pero ello es más que razonable, habida cuenta de la época de la que data), una auténtica obra de arte. Se trata de un pergamino, ya que está trazado sobre cuero de gacela, compuesto según la modalidad de los portulanos o "cartas de marear", es decir, con un reticulado cuyas líneas no indicaban longitug y latitud, sino los rumbos de la rosa de los vientos, hecho a nueve colores,  ilustrado con bellas imágenes  y con anotaciones marginales a la izquierda en las cuales Piri, como si hubiera tenido la facultad de predecir a sus historiadores, consignó, además de particularidades de los distintos sitios; las fuentes de las que se valió: veinte cartas y ocho Mappae Mundi de su época (entre los cuales había uno de Columbus,o sea, Colón).
Pasado el furor inicial del descubrimiento del mapa de Piri Reis el asunto cayó en el olvido; hasta que a mediados de la década de 1950, un militar turco envió una copia a los Estados Unidos para que la estudien y analicen, y allí entraron a tallar dos norteamericanos: el capitán Arlington Mallery, un delirante que presumía de arqueólogo; y Charles Hapgood, un profesor de historia. Ellos fueron quienes elucubraron el mito de que el mapa tenía "tal exactitud" que venía a demostrar que "había sido trazado desde el aire",  que en él estaban representadas "la Antártida sin hielo y la cordillera de los Andes", y unas cuantas sandeces más; leyenda esta que después sería "perfeccionada" por Berlitz, von Däniken y otros cuantos por el estilo, para utilizarla en beneficio propio ($).
Todo eso es una patraña gigantesca que no resiste análisis serio alguno. La presunta exactitud del mapa no es tal, al contrario; el mismo registra errores groseros (propios de la época en que fue dibujado, eh; para nada debe tomarse el señalamiento de fallas en el mapa como un cargo tendiente a desmerecer la obra de Piri). En algún vericueto de sus delirios se les deben haber perdido tres ceros, porque la "Antártida sin hielo" a la que aluden no es de hace "doce mil años" como afirman, sino de hace por lo menos doce millones de años, durante la época geológica del mioceno, período Neógeno de la era Cenozoica. La "cordillera de los Andes" que los farsantes sostienen que aparece en el mapa de Piri Reis, no son montañas, sino -"pequeña" diferencia- islas; la porción suramericana dibujada es la oriental, porque no aparece el Océano Pacífico, "detalle insignificante" este que no podía haberle pasado inadvertido a un cartógrafo genial como Piri, y que no obstante ello, los chantas hacen de cuenta que no lo ven. ¿Qué, la cordillera de los Andes por un misterioso fenómeno geológico se trasladó del oeste al este y no nos percatamos de ello? Por favor... Y el animal representado en una de las imágenes, que para ellos es una "llama"; vaya uno a saber lo que es, pero una llama seguro que no; ya que el que dibujó Piri tiene cuernos. Pero claro, seguramente debe ser que uno ni se dió cuenta de que las llamas desarrollaron cornamenta. En fin... 
El tratamiento irresponsable y con un criterio exclusivamente mercantilista encubierto bajo la apariencia de un interés científico, llevó a que se perdieran de foco aspectos interesantísimos del documento; los cuales debieran ser objeto de serias y profundas atención e investigación. Por citar sólo algunos ejemplos: las anotaciones marginales de Piri abundan en detalles referidos a cómo llegó Colón a "Antilla, que está en la parte en la que se pone el sol" (es decir, lo que después se llamaría América, por Amerigho Vespucci), guiado por "un libro que cayó en sus manos", en el que "aparecía, al final del Mar del Oeste, que existían costas e islas y toda clase de metales y piedras preciosas". El libro que dice Piri que "cayó en las manos" de Colón, era, como ya se habrán percatado ustedes, la Biblia; con el versículo de Isaías que dice: "Palomas en tan arrebatado vuelo como cuando van a sus palomares; así los ya salvados arrojarán las saetas de su predicación en las islas más apartadas y traerán en retorno el oro y la plata"; algo que fue muy bien tratado por un perspicaz José María Rosa y a lo que -extrañamente- por lo general no se le presta mucha atención. Es notable (y señal inequívoca de un celoso entendimiento al que nada se le escapaba) que Piri -en tanto otomano, enemigo de los españoles y por ende, de la epopeya colombina- no haya cedido al prejuicio que debiera de haberlo guiado a la descalificación y por lo contrario; haya preferido privilegiar la verdad histórica. Lo cual de paso, viene a situarlo en un sitial destacado de la geopolítica. También menciona Piri a un personaje que llama Sanvolrandan, que no es otro que San Brandan o Samborombóm, aquel monje que los portugueses hacen suyo y que da nombre a nuestra Bahía de Samborombón.
En fin, el límite que me impone la imprescindible brevedad de un artículo me inhibe a la hora de abundar en detalles jugosísimos que se desprenden del examen minucioso y sin preconceptos del documento, pero en el caso de que sientan despertado su interés; hagan el ejercicio de analizarlo concienzudamente. Garantizo que se van a sorprender.
En cuanto a Piri, diré que ya largamente octogenario, volvió a comandar como almirante, la armada turca en guerra contra Portugal por Egipto. Murió, como lo indica un documento papal recientemente hallado en los archivos vaticanos, decapitado en 1553 por orden del pasha de El Cairo por habérsele imputado traición según algunos historiadores, y cobardía según otros; al ordenar a su mermada flota el levantamiento del sitio otomano al puerto de Ormuz.
Los chantas que so pretexto de "historiarlo", lo tergiversaron escandalosamente lucrando con la invención de una sarta de estupideces; corrieron (y corren) mejor suerte que él. 

-Juan Carlos Serqueiros-