viernes, 23 de noviembre de 2012

UNA FOTO POST MORTEM



























Escribe: Juan Carlos Serqueiros

Fotografía del cadáver de Justo José de Urquiza tomada en Concepción del Uruguay cerca de las 15 hs. del 12 de abril de 1870, día siguiente al de su muerte, acaecida el 11, sobre las siete y media de la tarde en el Palacio San José.
La imagen la tomaron dos tucumanos: Augusto y Guillermo Aráoz, quienes por entonces estudiaban en el Colegio Nacional de Concepción del Uruguay y habían instalado un pe
queño negocio de fotografía en esa ciudad.
Esa misma tarde los Aráoz tomaron también una de Ricardo López Jordán e hicieron 500 copias de cada una de las fotografías con el propósito de venderlas.
Pueden distinguirse nítidamente la herida de bala en la cara y las cinco puñaladas en el torso que presentaba el cadáver de Urquiza.
Al historiador tucumano Carlos Páez de la Torre le corresponde el mérito de haber establecido que la fotografía había sido tomada por los estudiantes tucumanos Aráoz, uno de los cuales dejó registrada su memoria del suceso en un documento que estaba en poder de la también tucumana María Elisa Colombres de De la Rosa, al cual tuvo acceso Páez de la Torre, que lo copió parcialmente, a mano.
Sin embargo, Páez de la Torre incurre en groseros errores de interpretación, como por ejemplo, afirmar que “se nota perfectamente la sangre que mana de la nariz y de la boca -donde impactó la bala- así como los orificios del puñal” (sic).
Cualquiera que pensara un poco sobre el particular se habría dado cuenta de que lo que se distingue en la imagen no puede ser sangre que “mana”, ya que el cadáver de alguien que había sido muerto a las siete y media de la tarde-noche del día anterior; no podía estar sangrando todavía transcurridas veinte horas, a las tres de la tarde del día siguiente, cuando fue tomada la foto. Y si fuera sangre que “mana” de esa herida de bala, como dice Páez de la Torre; también debería haber sangre “manando” de las puñaladas, y claramente se ve que no es así, que el cadáver está exangüe. 

Tampoco debe ser sangre seca; porque se nota perfectamente que el cuerpo había sido limpiado y lavado, seguramente por la esposa e hijas de Urquiza, quienes según sus propias afirmaciones -que constan en el expediente judicial-, habían pasado toda la noche junto al cadáver en la sala donde Urquiza fue muerto, bajo la vigilancia de quienes lo mataron. ¿La esposa e hijas de Urquiza iban a limpiar del cadáver la sangre de las heridas de puñal en el pecho e iban a dejar la sangre del balazo en la cara? Ridículo.
En cuanto al balazo, no fue como dice Páez de la Torre, en "la boca, donde impactó la bala"; sino que fue debajo de la nariz, en el espacio que media hasta el labio superior, como consta en el expediente judicial y como se ve en la imagen.


-Juan Carlos Serqueiros-