jueves, 19 de enero de 2012

MASACRE EN EL PUTICLUB




















Escribe: Juan Carlos Serqueiros

MASACRE EN EL PUTICLUB
(Beilinson - Solari)

Por una pipa del 9 arrancó
la gran masacre del Puticlub
con "Pastillita" en tren gladiador
(puso un huevo y la cosa expolotó)
Rock fuerte en el Puticlub
cambió la suerte del Puticlub
Buena faena de tajo y talón
ruedan los dientes del Negro Cañón.
Su mala leche no siente dolor
y arroja entrañas por todo el salón
Los impacientes del Puticlub
perdían el tiempo y la salud
el Gas Coreano de pronto arribó
llegó del norte y todo acabó
Rock fuerte en el Puticlub
ja ja, que fuerte lo del Puticlub.

Bueno, acá no hay mayores misterios ni mucho para contar, porque el video (cuyo enlace tienen al pie), lo dice todo.
La canción está referida a una anécdota, a algo que aconteció en un local nocturno non sancto de La Plata: el puticlub en cuestión, el cual no llegué a conocer, porque no he pateado mucho La Plata; estuve tan sólo un par de veces por esos pagos. Sólo sé que era un tugurio que quedaba cerca de un Registro Civil, y esa es toda la data que tengo.
Parece que una noche, alguien (presumiblemente el Negro Cañón), no cumplió en tiempo y forma con la provisión a que se había comprometido; la concurrencia se entró a impacientar, los ánimos se caldearon, alguien portaba una pistola ("pipa" en el argot español; tengamos en cuenta que también puticlub es un término acuñado en la península ibérica) calibre 9 mm ("del 9"), un chabón empastillado hasta los bujes (Pastillita) con ganas de pelear ("en tren gladiador") y envalentonado por el estado que dan cierto tipo de psicofármacos, empezó la cuestión, y se armó una terrible rosca.
En esa oportunidad, alguno de los “impacientes” le propinó al Negro Cañón -que por supuesto, existe en la vida real: es (o era, ignoro si vive o si palmó) un ñato que se llama Santiago F. (no empecemos, che, esto no es el programa de Rial, así que el apellido del quía, por lo menos por mí, no se va a saber, porque eso no viene a cuento), y que era gomía del Indio y además; el dealer que lo abastecía (tiempo después, el Negro Cañón cayó en cana, se dijo que por culpa de "Q", y mientras estuvo preso, el Indio se hizo cargo de la familia) una patada en la cara estilo artes marciales (“buena faena de tajo y talón”), que le hizo caer la dentadura postiza que usaba (“ruedan los dientes”), y después; otra en la busarda, que lo hizo vomitar (“arroja entrañas por todo el salón”).
Y la historieta terminó cuando ¡al fin! el ansiado polvito mágico ("el Gas Coreano") llegó ("de pronto arribó"), suministrado por otro proveedor procedente del "norte" (o sea, desde Buenos Aires, es decir, al norte de La Plata). Entonces todo se tranquilizó y volvió a la "normalidad". 

Todo eso, dicen que... En fin, cosas que pasan...