miércoles, 8 de agosto de 2012

VEDERE NAPOLI E DOPO MORIRE




















Escribe: Juan Carlos Serqueiros

En esta mil veces bendita tierra argentina hemos gozado de muy buenos programas cómicos. Los que cargamos unos (cuantos) años sobre nuestros sufridos y vapuleados lomos y seseras, seguramente tendremos reminiscencias de algunos verdaderos hitos del humorismo, como Telecómicos; La Tuerca; o el inolvidable Hupumorpo...
¿Y cómo no guardar un emocionado recuerdo para Tato siempre en domingo, o para aquel humor de frac y galera del gran Juan Verdaguer?
Pero qué querés que te diga... A mí, el que me hacía c... antar de la risa, era el desopilante Historia Confidencial. Ah, sí... Ese inimitable, inigualable, trío cómico integrado por Felipe Pigna, Mario Pacho O'Donnell y José Ignacio García Hamilton, me ha dado horas y más horas de carcajadas. Era genial, vedere Napoli e dopo morire. Los chistes eran para desternillarse.
Me viene a la memoria, por ejemplo, aquella edición en la que en ese programa "trataron" acerca de la figura histórica de Sarmiento. Antológico fue ese capítulo, palabra, eh, para morir de hilaridad, realmente.
Empezaba con una introducción al tema, a cargo, por supuesto, del tony del circo: Pigna, que se acomodaba los anteojos y anunciaba que iban a "tratar" (ahí ya se esbozaban las primeras sonrisas) acerca de la figura histórica de Sarmiento. A partir de eso, el tony y los payasines que le servían de partenaires, se hacían una suerte de "fintas retóricas", tanto como para evidenciar cada uno su "postura frente a la historia": PaNcho O' Donnell asumía el papel de estar en lo nacional y popular (y acá, las tímidas primeras sonrisas, iban in crescendo y devenían en risas desatadas; y no era para menos, imaginate... el acomodaticio PaNcho O' Donnell "nacional y popular" ja ja ja); García Hamilton hacía de él mismo, o sea, un "liberal a la argentina", es decir, un gorilón, bah (más risas para el "liberal"); y Pigna, con esa caripela de yo no fui, también hacía de sí mismo: un progre seriote (y las carcajadas ahí, ya eran francamente atronadoras, porque convengamos que Pigna "historiador serio"...) que se situaba equidistante de las posiciones asumidas por sus compañeritos de elenco.
Y entre sketch y sketch, se venía uno de los puntos más altos del programa: Poniendo cara de poker, sin que el movimiento de un solo músculo del rostro lo delatase, Pigna mencionaba, así como al pasar: "cuando Sarmiento propone la ley 1420...". Y ya a esa altura, uno se despanzurraba, se tiraba al suelo, golpeaba el piso con las manos; porque, claro... era inimagible un chiste tan delirante: Sarmiento "proponente de la ley de educación pública"... jua jua jua, ¡mortal! Sin duda, la persona que le hacía los libretos a Pigna tiene que haber sido alguien genial; mirá que inventar que Sarmiento fue el de la iniciativa... ¿A quién se le iba a ocurrir? Ni a Julio Verne ni a Ray Bradbury ni a Stephen King, seguro.
Pero quedaba tiempo para la cereza del postre: de repente, cuando nada lo hacía prever, el inefable Pacho O'Donnell se acordaba de su papel de "nacional y popular", y hacía como que "atacaba a fondo" a Sarmiento: ponía cara de circunstancias y espetaba, cual consumado esgrimista que se juega entero en una estocada, con su campaña en los diarios trasandinos instigando a los chilenos a ocupar parte de nuestro territorio. Entonces, un adusto, grave, impertérrito García Hamilton, respondía el "ataque" del otro yosapa con un incontrastable "argumento" en la forma de veredicto inapelaple: "Sarmiento tiene cosas criticables, pero no ésa". ¡Faaa! Terrible, directo al mentón... Qué réplica sesuda, magistral... Gloria de titanes era.
Y ahí ya se hacía cierto lo que cantaba Serú Giran: "la ciudad se nos mea de risa, nena" (aunque en este caso, se quedaban cortos: no era la ciudad; era el mundo el que se nos meaba de risa). Te cuento que había que apretar el upite en serio para no cagarse encima de tanto reír. Y es literal, eh.
En fin, amigo... "ya sufriste cosas mejores que ésta" (Solari dixit).
Soy de los que creen que los argentinos nos merecemos largamente recuperar aquellas muestras que supimos tener del mejor buen humor. Por eso, yo al menos, quiero seguir riéndome; quiero que vuelvan a dar en la tele ese gran programa cómico que fue Historia Confidencial.
¿Y vos, me hacés la gamba? Dale... te juro que era tan patéticamente ridículo, que te vas a divertir mucho. Satisfacción garantizada, o te devolvemos tu dinero.

-Juan Carlos Serqueiros-