domingo, 13 de noviembre de 2011

EL EXTRAÑO CASAMIENTO DEL TATITA IBARRA






































Escribe: Juan Carlos Serqueiros

El general Juan Felipe Ibarra (el Saladino como cariñosamente lo apodara el general Belgrano, por su nacimiento a orillas del río Salado, o Tatita como lo llamaban las gentes pobres de la calcinada tierra del quebracho y el mistol) ejerció el poder gobernando la provincia de Santiago del Estero (cuya autonomía respecto de Tucumán concretó, defendió y consolidó), durante más de 30 años.
La historiografía liberal lo ha pintado como una especie de monstruo abominable, despótico, sanguinario, cuasi analfabeto, borracho, ladrón, militar improvisado y cobarde; y hasta el mismísimo Pepe Rosa, si bien no lo condena; sí alude a las “vacilaciones acomodaticias de Ibarra”.

No poco de todo esto, se debe a lo enigmático, circunspecto y reservado de su índole, a su astuta diplomacia y a la negra fama de la horrorosa prisión militar del Bracho, por él creada para recluir (y en algunos casos exterminar) a sus enemigos; los cuales, dicho sea de paso, habían asesinado a lanzazos a su hermano Francisco Ibarra en un complot golpista que encabezaban principalmente el comerciante José María el Gallego Libarona, y Santiago Santiaguito Herrera (que gozaba hasta allí de la amistad y confianza del Saladino, las cuales traicionó).
Derrocado, la venganza de Juan Felipe, una vez retomado el gobierno (sólo tres días después del golpe), fue implacable. Su carácter, hasta entonces inclinado a la morigeración y la clemencia, se tornó proclive a demandar una revancha cruel y despiadada: a Santiago Herrera lo condenó a muerte haciendo que lo envolvieran vivo, en posición de cuclillas, en un cuero fresco de vaca recién desollada, cosido hasta formar una esfera, dejando que se vaya resecando al sol de modo de triturar lentamente los huesos del reo; para después, arrastrar por kilómetros esa improvisada pelota de cuero gigante, por medio de caballos al galope. Tremendo, escalofriante. A otros conjurados los mandó degollar, y en cuanto al gallego Libarona, lo deportó al Bracho, siendo seguido por su esposa, Agustina Palacio de Libarona, a ese infierno de prisión. Allí en el Bracho, Libarona enloquecería, muriendo, según la tradición, en brazos de su mujer (todos estos sucesos son narrados por la pluma magistral de Abelardo Arias en su excelente libro Polvo y espanto).
El tilde de borracho no tenía ni tiene asidero alguno. Habitualmente, Ibarra bebía sólo agua, y excepcionalmente, en ocasión de algún acto oficial o protocolar (por cierto, muy poco frecuentes en la aldea que era el Santiago del Estero de aquel entonces), tomaba una copa de vino, más por obligación que por gusto.
En cuanto a lo de cobarde, baste con decir que cada ascenso suyo fue ganado en un hecho de armas, que el mismísimo general Belgrano lo hizo teniente coronel, y que formó parte del estado mayor del general San Martín.
Queda por analizar lo de las vacilaciones acomodaticias que le endosa el gran maestro José María Rosa. No hubo nada de eso. Lo que se reputa como "vacilaciones" no es otra cosa que la mesura y amplitud que siempre evidenciaba Ibarra en sus relaciones políticas. El que sí anduvo en coqueteos con los doctores del cuadernito fue su ministro, el tucumano Adeodato de Gondra (que conspiraba con los unitarios). Asimismo, alimentó la hipótesis de las vacilaciones la circunstancia de que durante varios meses Ibarra se negó a entregar al “gallego” Domingo Cullen, que estaba asilado en Santiago luego de que andar en tratos con los franceses en conflicto con nuestro país (hasta que Ibarra se lo mandó, no sin antes decirle a Cullen que “se pusiese medias de lana porque iba a remacharle una barra de grillos”; y Rosas ordenó su fusilamiento ni bien traspusiera el Arroyo del Medio). La dilación de Ibarra en entregar a Cullen no era debida a que anduviera entreteniendo relaciones con los enemigos de Rosas; sino que invariablemente procedió brindando generoso amparo en su provincia a quien lo requiriese, sin fijarse en las preferencias políticas de quien le solitaba asilo. Así lo hizo con Paz, con Monterroso y tantos otros. Cuando tuvo la evidencia incontrastable de la traición de Cullen, lo entregó; es tan sencillo como eso. En síntesis: esa especie de juego de tira y afloje que el astuto Saladino usaba con Rosas, tenía como fin el arrancarle a éste beneficios para su provincia; pero lo real y concreto es que Ibarra jamás se pronunció contra Rosas, ni mucho menos contra la Confederación Argentina.
Pero vamos a lo de su extraño casamiento. Estando a las órdenes del general Belgrano, Ibarra había anudado en Salta relaciones amistosas con gentes de dicha sociedad, entre las cuales se hallaba el doctor Mateo Saravia, quien poseía tierras en Santiago del Estero, en la zona de Abipones. En 1823, Ibarra convino su casamiento con la hija del doctor Saravia; doña Ventura (forma apocopada de Buenaventura) Saravia, el cual se celebró por poder (lo cual si bien no era lo más frecuente; tampoco era desusado en la época). Algunos días después, llegó la damisela a Santiago, en medio del júbilo de la gente que se había volcado a las calles para esperar a la flamante esposa de su gobernador. Luego de una fiesta que duró toda la tarde, Ibarra y doña Ventura se retiraron a su casa. Pero apenas clareando el nuevo día, el Saladino mandó preparar el mismo carruaje que había traído a doña Ventura a Santiago, y la mandó de regreso a Salta. Será por siempre un misterio si el matrimonio llegó a consumarse o no. Lo que más probablemente haya podido ocurrir, es que doña Ventura, obligada por su padre a casarse con un hombre a quien no había visto en su vida y a quien obviamente no podía en razón de ello, amar; haya hablado francamente con Ibarra, y éste haya tomado la decisión de regresarla a su casa paterna. De todas formas, el hecho no alteró en lo más mínimo las relaciones entre Ibarra y la familia Saravia; sino que por el contrario, los lazos amistosos no sólo perduraron en el tiempo, sino que además se estrecharon y fortalecieron.
El desengaño, esa frustración conyugal, si bien no volvió misógino a Ibarra; sí lo llevó a incurrir en amores inconstantes, como los que tuvo con una dama de la sociedad santiagueña, doña Cipriana Carol, fruto de los cuales en 1834 nacería su único hijo, Absalón Ibarra, quien sería criado por la hermana del Saladino, doña Agueda Ibarra de Taboada, juntamente con sus propios hijos Manuel y Antonino. Absalón Ibarra llegaría a ser gobernador de Santiago.
A todo esto, en 1849, cuando Ibarra comenzó a sentir los fortísimos dolores de la gota, su esposa por una noche, doña Ventura Saravia, regresó desde Salta para estar a su lado, cuidándolo hasta su fallecimiento dos años más tarde, el 15 de julio de 1851. Ibarra designaría a doña Ventura albacea testamentaria y única heredera de los escasos bienes que poseía al morir (el Saladino, tachado de "ladrón" por la historiografía mitrista, provenía de una rica familia y se había empobrecido en el poder), y para peor, cosas del destino: el revanchismo post Caseros, haría que los enemigos de Rosas (y por ende, de Ibarra) tomaran venganza en doña Ventura, a quien despojaron de todo y obligaron a exiliarse en Tucumán.
En fin, historias de la Patria Vieja…

Nota: la imagen de portada corresponde a un óleo pintado por Absalón Argañaras (n. 1903 - m. 1980), bisnieto de Ibarra, obra esa que se encuentra en poder de dicha familia. El dato me fue gentilmente suministrado por su hijo, Marcelo Augusto Argañaras, al cual quedo agradecido.

-Juan Carlos Serqueiros- 

DE AQUELLOS (ESTOS) POLVOS, FUTUROS LODOS



Escribe: Juan Carlos Serqueiros

De aquellos (estos) polvos, futuros lodos 
(Beilinson-Solari)

El perro Bobi es un servicio de amor
a todo rock.
Canta como un león
pero es el más salmón de la ciudad.
Bailen lo que bailen los demás!
Bailen lo que bailen los demás!
Chunga combinación de polvos
que darán lodos después.
Mágico inter-terror
más arma blanca en cruda pasión.
Ladren lo que ladren los demás!
Ladren lo que ladren los demás!
Una papela por el walkman
que chorizó tu hermanito.
El perro cruzó los pies,
su sonrisa ofertó y la vendió.
Callen lo que callen los demás!
Callen lo que callen los demás!


Bueno, un inédito con una particularidad: iba a formar parte del disco Oktubre, pero a último momento, el Indio lo sacó de la lista. Tan a último momento, que hay en torno a eso una rareza sólo conocida por quienes somos viejos redondos y tuvimos en mano las ediciones en vinilo de los discos (acordarse que estamos refiriéndonos a Oktubre, que se lanzó en 1986): La edición en vinilo ya tenía listo el arte de tapa, la gráfica, todo; así que el sobre interior del disco… ¡traía la letra de la canción que Solari quitó! La cuestión es que finalmente, el tema quedó arafue y aún permanece inédito (si bien está debidamente registrado en SADAIC).
El título, el Indio lo ideó a partir de una frase muy vieja y archiconocida del refranero popular español: "de aquellos polvos vienen estos lodos" y que está referida a la causa que origina alguna consecuencia indeseable. Lo de "aquellos (estos)" el Indio lo pone para aludir a que lo que pasó antes con el ñato de la canción ("aquellos"), seguramente lo repetirá algún otro ("estos").
La letra nos habla de un rocker que durante años se atuvo fielmente a sus ideales, como el tan famoso perro Bobby ("el perro Bobi", escribe Solari) de aquella historia, que permaneció mucho tiempo junto a la tumba de su amo (es una muy conocida historia escocesa de Greyfriars, ver en este ENLACE mi artículo al respecto); pero un día se cansó, y terminó transando con el orden sistémico (“su sonrisa ofertó y la vendió"). Ahí mandó al carajo sus pruritos y su rebeldía, y escudado tras la personalidad arrolladora que aparenta poseer, de rocker contestatario y combativo ("canta como un león"); es, en realidad, uno de los tantos que terminó por transar, un tipo más de los que viven a la sombra del sistema y obedecen sus dictados, se las da de pulenta pero es un “salmón” (coloq. salmón: pelotudo, insignificante, poligrillo).
Hay en la letra, en la segunda estrofa, una referencia general al rock, pero no como género sino como cultura con pretensiones universalistas: “Chunga combinación de polvos (coloq. chunga: complicada, estropeada, difícil, en mal estado o que presenta mal aspecto), aludiendo a la diversidad que es característica de la cultura rock; “mágico inter-terror” (significando la universalización proclamada por los rockers); y más “arma blanca en cruda pasión” (o sea, las drogas, más precisamente, la cocaína).
Después, viene lo de “ladren lo que ladren los demás”, que es del refranero popular ruso (Oktubre es un disco conceptual, en homenaje a la revolución rusa de 1917, y se ve que posteriormente el Indio consideró que la simple adopción de un refrán ruso no justificaba la inclusión del tema en el disco, y por eso lo sacó), que dice: “En medio de una jauría, ladren lo que ladren los demás; por lo menos menea la cola”.
Y finalmente, incluye una viñeta más argenta de la cuestión: establece una analogía entre la transa de un ladrón de walkmans (“el walkman que chorizó tu hermanito”), que hace un trueque del producto de su robo, canjeándolo a un dealer por cocaína (“una papela”, o sea un papel, un raviol, un gramo de cocaína o de heroína); y la transa entre el rocker originalmente rebelde y contestario, con el sistema. En fin…

ENLACE A LA CANCIÓN EN YOUTUBE

-Juan Carlos Serqueiros-

TAREA FINA



Escribe: Juan Carlos Serqueiros

Tarea fina
(Beilinson-Solari)

Quemando la turbina te escapás
vas a volver a herirme otra vez?
en tu ternura está acechándome
una buena traición de mujer
que echa hielo y brasas en mi corazón
(fumando en la oscuridad)
Sobrio no te puedo ni hablar
estoy perdido sin mi estupidez
un auto guapo va a venir por vos
y nada va a cambiar
vas a vivir
en el delta en un lanchón
buscando de qué reír
Le das la copa al fin, al vencedor
tarea fina, perdida en mi soledad
no sé si no me gusta más que el rock
(nunca lo vi llorar)
si no va sin freno no anda bien
ni me encadena a su show
Con las piernas más bonitas
las más lindas piernas que vi
y un juego rico de amores
caída libre para dos.

"No pienses que te han abandonado; entiende que dentro tuyo existían objeciones a seguir en esa situación, aunque no te hayas escuchado. El dolor no es porque nos dejan; es porque no nos hemos animado a pensar que merecemos el amor sin tener que ganarlo ni aceptar lo que nos dan, aunque sea, a cuentagotas. Quien se ha ido es tu espejo. No seas vos quien abandone a su corazón". (Gabriela Borraccetti)



Utilicé estas frases de Gabriela, mi esposa, porque me vinieron de perlas para ilustrar una situación que se pinta a través de una letra solariana de gran dramatismo y sufrimiento; pese a la intención festiva, de "descomprimir", del autor.
El título alude a un chabón de condición humilde, que está enamorado de una mina finoli, de las "caras" (la letra la pinta no como una aristócrata de nacimiento o formación; sino como alguien que busca estar en ese segmento de la sociedad que tiene acceso a lujos y caprichos). Él ve como algo inaccesible lograr su amor perdurable y sincero; por eso define como una "tarea fina" el haber conseguido que ella, aunque sea transitoriamente, le dé pelota (insoportable situación y más nefasta decisión).
“Quemando la turbina te escapás / vas a volver a herirme otra vez?”: La mina estuvo un rato con el chabón, pero para él, eso es efímero, no lo conforma. Ella se va a alejar enseguida ("quemando la turbina te escapás"). Por su parte, él sabe que no la tiene permanentemente, que ella privilegia otras cosas y que en función de eso, se va a ir a los pedos en busca de esas otras cosas (lujos que el pobre tipito no puede darle). Y cuando ella se le piante, él va a quedar profundamente herido ("vas a volver a herirme otra vez?", escribe Solari apelando -adrede, por supuesto; no se trata de un error- a una licencia poética en forma de redundancia).
“En tu ternura está acechándome / una buena traición de mujer”: La mina ahora está con él, pero es sólo un momento, algo que va a terminar rápidamente. Él lo sabe, y sabe también que ella se va a ir en pos de lo que ambiciona. Ella se lo puso clarito de entrada y él entiende de antemano que la mina va a transar con otro tipo (alguien con guita, que le va a dar las cosas que desea). La minita no lo engaña ni le miente, y él sabe que las cosas son así y así las aceptó, pero a pesar de que lo sabe; no puede evitar sentir que ella lo "traiciona". Es todo un juego perverso de la piba (con el consentimiento de él, que se presta a ello); pero también es "culpa" del chabón que se banca esa situación...
“Que echa hielo y brasas en mi corazón / (fumando en la oscuridad)”: Está hecho pelota, fumándose un faso y cavilando sobre lo que le pasa con la mina ("fumando en la oscuridad"), esa que arroja sobre su corazón "hielo y brasas". Es excelente la metáfora, porque alude a que ella le "enciende" el corazón, lo apasiona ("brasas"), pero a la vez; es tan fría en su objetivo de conseguir las cosas que desea y que el pobre tipito no puede darle, que le "echa hielo" en el corazón...
“Sobrio no te puedo ni hablar / estoy perdido sin mi estupidez”: Se refiere a que solamente estando en curda él se pudo haber animado a encararla (“sobrio no te puedo ni hablar”).
Él considera a esa mina como una diosa inalcanzable, que no es para él. Y "sabe" que enamorarse de ella sólo le va a acarrear dolor y sufrimiento, sin embargo; hay como un lado masoquista en el chabón: incurre en la "estupidez" de sufrir por ese "amor" inalcanzable. Pero además la metáfora encierra otra significación: con lo de “estoy perdido sin mi estupidez”, el Indio se refiere a que el tipito actúa el juego ese de “hacerse el boludo para pasarla bien” digamos: el chabón es consciente de que la mina lo tiene de las bolas, que lo trata como a un pelotudito y que hace con él lo que se le da la gana; pero transa con esa situación porque no le queda otra que hacerse el gil e inspirar lástima; ya que en cuanto se rebele contra eso o haga siquiera un amague de no tolerarlo, la mina se le pianta; entonces no tiene otra alternativa que seguir aparentando esa “estupidez” sin la cual estaría “perdido”. Una situación horrible…
“Un auto guapo va a venir por vos / y nada va a cambiar / vas a vivir en el delta en un lanchón / buscando de qué reír”: Bueno, una obviedad: un chabón con guita la va a venir a buscar a la mina en un auto glamoroso para llevársela con él. Ese tipo le va a dar una vida lujosa, rumbosa como la que ella quiere, por ejemplo, viviendo en un yate en el delta... "Y nada va a cambiar", es decir, no hay ninguna posibilidad de que ella postergue sus ambiciones para quedarse con el pobre tipito que la ama (o cree amarla); ella tiene otros objetivos, persigue otras cosas. No obstante, el chabón se hace la película pensando que la mina, en realidad, no va a ser feliz con el tipo de guita que se la lleva; cree que ella va a sentir sólo la alegría ficticia de disfrutar de las cosas materiales que el ricachón puede darle ("buscando de qué reír"); pero que le va a faltar el amor sincero de él. Una lectura errónea de la situación la suya, digna de un imbécil obnubilado; porque se niega a aceptar lo que es evidente, lo que sus propios sentidos perciben: la minita es una turra, re guacha, que sabe perfectamente lo que quiere y cómo conseguirlo. Y él es un pobre infeliz que resigna hasta su dignidad, sólo por no aceptar lo que sabe que es de una manera determinada.
“Le das la copa al fin, al vencedor / tarea fina, perdida en mi soledad”: Listo, ya está, perdió: la mina se va con el tipo de guita ("le das la copa al fin, al vencedor"). Asimila eso con la imagen de alguien entregando un trofeo al ganador de una competencia, por ejemplo, una carrera.
“No sé si no me gusta más que el rock / (nunca lo vi llorar)”: El tipo es un cultor fana del rock y compara a la mina con eso, afirmando que "nunca lo vio llorar" (al rock). Asume una engañosa actitud de curtido, duro, y trata de auto convencerse de que no debe llorar por la pérdida de la mina, porque después de todo; él ya sabía que la cosa iba a ser así. Y sin embargo, detrás de esa “derrota” que acepta resignado (porque otra no le queda); en realidad está rumiando su despecho, su dolor y su rabia al verse abandonado.
“Si no va sin freno no anda bien / ni me encadena a su show”: Un "consuelo" forzado y tonto. Está diciendo que las minas de ese estilo, al igual que el rock, si se topan con alguien que "les ponga un freno", la cosa con ese alguien no va. Admite que la minita, en caso de no haber consentido él en perder su dignidad y dejar que ella haga lo que se le canta, incluso yéndose a curtir con chabones de guita para satisfacer sus ambiciones de lujos; lo hubiera rajado (que de todas maneras, lo termina rajando), o quizá ni siquiera la habría tenido un rato. Y hay como una resignación suya de "encadenarse" al "show" que ella monta. En síntesis, sigue contemplando de manera incorrecta y desacertada todo el contexto.
“Con las piernas más bonitas / las más lindas piernas que vi / y un juego rico de amores / caída libre para dos”: Comienza aludiendo a la manera en que la mina lo atrajo, focalizando su belleza en las piernas, la parte que más lo impactó, y termina diciendo que en un "juego rico de amores" -refiriéndose con lo de "rico" por partida doble a lo inagotable, rico, sincero de su propio amor por la mina, y a lo "rico" del chabón que termina quedándosela- perdieron los dos, tanto él como ella ("caída libre para dos"). En definitiva, el Indio está remarcando que el chabón sigue teniendo una idea equivocada respecto de la lectura que hace de la situación: sigue convencido de que si bien él perdió (porque no se pudo quedar con la mina), ella también "perdió" -refiriéndose a que la mina "se perdió" un amor sincero y puro como él presume al suyo-; cuando en la realidad queda claro que ella ni remotamente lo amaba, o que en todo caso, si lo “amaba”, se trataba de un “amor” bastante mal entendido; ya que lo desecha y prefiere quedarse con sus propias ambiciones de guita y lujos. El pobre tipito no repara en que quien lo abandonó no merece su sufrimiento y que en definitiva, no es la mina quien lo está abandonando; sino que es él quien está abandonando a su propio corazón al no quererse a sí mismo.
En suma, una tristísima historia, desgarradora; por más que tenga música de rocanrol e intencionalidad festiva…

JUAN LUIS NOUGUÉS









































Escribe: Juan Carlos Serqueiros

En plena “Década Infame” (José Luis Torres dixit, para referirse al período que va desde el derrocamiento de Yrigoyen el 6 de setiembre de 1930, hasta la revolución del 4 de junio de 1943 y que no fue una década, sino que duró casi trece años), la oligarquía tucumana sufriría un buen susto. Y –cosa extraña-, a manos de alguien surgido nada menos que de los estratos sociales más altos, es decir, de la aristocracia: Juan Luis Nougués (n. Tucumán, 01.05.1898).
¿Cómo y en qué contexto se produjo tal fenómeno? Pues eso es aún más extraño todavía, y es lo que voy a tratar, en apretada síntesis, de desarrollar a continuación.
En 1927, el descrédito del radicalismo tucumano en función de gobierno, llevó a que un joven e impetuoso Juan Luis Nougués ganara las elecciones municipales y acertara a llevar adelante una obra esforzada, fecunda, eficaz, y fundamentalmente; con un profundo contenido social.
El prestigio ganado (sobre todo entre el pobrerío, o sea, por aquel entonces, el 90% del electorado, porque los recursos económicos para solventar su plan de urbanización y mejoras sociales, Nougués se los sacó a los ricos (¿y a quién, si no?) -y entre esos ricos, a su propia familia- a través de esa gestión, lo llevaría a alzarse con la victoria en los comicios de fines de 1931, en los que resultó electo gobernador, merced a la abstención de los radicales (que como es habitual en ellos, no entendían nada). 



Empezaba así el calvario de Nougués, que habría en adelante de sufrir la cerrada, tenaz y despiadada oposición y crítica, no sólo de la oligarquía "de derecha" (los conservadores, resentidos con él por lo que ellos consideraban exacciones en su perjuicio, ocasionadas durante su período como intendente), sino además; de la oligarquía "de izquierda" (que también la había y la sigue habiendo).
Juan Luis Nougués pretendió encarar reformas de fondo y meter el bisturí hasta el hueso en procura de implantar en la provincia la justicia social. Para ello, había concebido un ambicioso proyecto de obras públicas (caminos, escuelas y viviendas), con el cual pensaba resolver de un plumazo y simultáneamente, los tres problemas que lo desvelaban: la desocupación, la salud y la educación.
Claro, había un pero (siempre hay un pero); porque Nougués planeaba financiar su proyecto de obras públicas con los impuestos, principalmente a la industria azucarera, mas éstos ya habían sido liquidados con antelación por los gobiernos que lo precedieron; de modo que quiso aplicarles a los ingenios un impuesto adicional de… $ 0,02 por kilo de azúcar (sí, leyeron bien, dos centavos por kilo) y ahí se armó la cuestión: la oligarquía de derecha y de izquierda, los diarios (La Gaceta a nivel provincial, y La Nación, La Prensa y Crítica a nivel nacional), los radicales y hasta el gobierno nacional del presidente Agustín P. Justo, constituyeron una alianza formidable contra la cual no sólo no podría Nougués, sino que no podría nadie; era demasiado para cualquiera, por fuerte, popular, honesto y bienintencionado que fuese. Para colmo, Nougués había llevado al ministerio de gobierno al periodista combativo José Luis Torres, cuya figura era para el establishment, directamente intragable.

Así las cosas, la oligarquía de izquierda no le perdonaba a Nougués el cagarse en Carlitos Marx, la oligarquía de derecha no le perdonaba a José Luis Torres sus virulentos ataques, y en fin, ambas oligarquías (en el fondo y siempre, una sola) consideraban que había que voltearlos sí o sí.
Y los voltearon: primero cayó José Luis Torres, a pesar de que Nougués lo sostuvo a muerte, y después; la intervención federal acabó con el gobierno de este último.
Injuriado y pobre (toda su inmensa fortuna particular la gastó en la política; baste con decir que todos los gastos protocolares del gobierno los solventó de su propio peculio), terminaría por morir de resultas de un accidente cerebro vascular en un más que humildísimo y reducido departamento el 9 de marzo de 1960.

En Tucumán la justicia social quedaría postergada hasta el advenimiento de Juan Domingo Perón; pero esa... esa es otra historia, querido lector.

-Juan Carlos Serqueiros-

SIXTEEN TONS


Escribe: Juan Carlos Serqueiros

Aquí tiene usted un enlace a una mundialmente famosa canción: Sixteen tons (Dieciséis toneladas, dicho en criollo):

http://www.youtube.com/watch?v=RIBoPsThloE


Este tema tiene una interesante historia: su autor, Merle Travis, lo compuso en 1946 inspirado en el recuerdo de los relatos que le hiciera su padre (minero del carbón), acerca de la durísima vida en las minas de Kentucky, con jornadas agotadoras, salarios misérrimos, condiciones infrahumanas, insalubres, y pagos a los mineros con vales que debían ser canjeados en los almacenes de la misma compañía, con el previsible resultado de que siempre el trabajador terminaba debiéndole al patrón (digamos que cualquier parecido con lo que pasaba en nuestro país con los obreros de La Forestal o de Las Palmas, NO es pura coincidencia).
El estribillo de la letra dice: "You load sixteen tons, what do you get? / Another day older and deeper in debt. / Saint Peter, don't you call me, 'cause I can't go; / I owe my soul to the company store.", y alude a una carta que a Merle Travis le había enviado su hermano, en la cual le decía: "Cargas dieciséis toneladas ¿y qué obtienes?: un día más viejo y endeudado", y a una frase que siempre repetía su padre: "No puedo darme el lujo de morirme, le adeudo hasta mi alma al almacén de la compañía". 
Cuando en 1947 salió el disco de Merle Travis (un album que incluía "Sexteen tons"), y las radios comenzaron a pasarlo, el gobierno norteamericano consideró que los autores de canciones de protesta cuyas letras trataban sobre la explotación de los obreros, eran subversivos comunistas; así que el FBI "sugería" a las radios no pasar la canción de Travis, que quedó así virtualmente censurada y relegada al olvido. Hasta que en 1955, Ernie “Tennessee” Ford (que era amigo de Travis y que recordaba la canción), la "reflotó", interpretándola en su propio programa de la NBC.
La respuesta del público fue inmediata y la canción se convirtió en un hit que llegó a vender en poco tiempo más de 2.000.000 de copias. A partir de allí, la grabaron cientos de artistas en todo el mundo, como por ejemplo, esta versión de Los Plateros que está en el link de arriba. La letra, en inglés y en castellano, dice:

Some people say a man is made out of mud
A poor man's made out of muscle and blood
Muscle and blood and skin and bones
A mind that's weak and a back that's strong
You load sixteen tons what do you get
Another day older and deeper in debt
Saint Peter don't you call me 'cause i can't go
I owe my soul to the company store
I was born one morning when the sun didn't shine
I picked up my shovel and i walked to the mine
I loaded sixteen tons of number nine coal
And the straw boss said "well a bless my soul"
I was born one morning it was drizzling rain
Fighting and trouble are my middle name
I was raised in the canebreak by an old mama lion
Ain't no high tone woman make me walk the line
If you see me coming better step aside
A lot of men didn't a lot of men died
One fist of iron the other of steel
If the right one don't get you then the left one will.

Algunos dicen que el hombre está hecho de barro
Los pobres están hechos de músculos y sangre
Músculos y sangre, piel y huesos
Una mente débil y una espalda fuerte.
Cargas 16 toneladas, ¿y qué consigues?
Ser un día más viejo y más hundido en la miseria
San Pedro, no me llames, no puedo ir
Mi alma ya pertenece al almacén de la compañía.
Yo nací una mañana en la que el sol no salió
Cogí mi pala y caminé a la mina
16 toneladas de carbón del 9
Mi capataz dijo "Vaya, bendito seas".
Yo nací una mañana en la que había llovizna
Peleas y problemas son mi segundo nombre
Me crió en el cañaveral una vieja mamá leona
Y ninguna mujer de alcurnia puede domarme.
Si me ves llegar, mejor apártate
Muchos hombres no lo hicieron, muchos hombres están muertos
Un puño de hierro, el otro de acero
Si el derecho no te alcanza, el izquierdo lo hará.

-Juan Carlos Serqueiros-